ETIQUETA Y EFECTIVIDAD COMUNICACIONAL EN LA EMPRESA
Poca atención se le presta en las empresas a las formas, usos y costumbres de la comunicación hacia el endo y exo entorno de la empresa, siendo esta poco adecuada cuando las emisiones son personalistas, coloquiales, informales, burdas e incluso fomentan chismes, rumores y has señalamientos dirigidos a integrantes de la organización. Todos estos excesos lesionan la imagen de la empresa y van en detrimento de su reputación.

En todas las oportunidades que me han consultado sobre el tema, aseguro sin la más mínima duda, que la cultura comunicacional establecida es responsabilidad de los supervisores, e incluso del staff gerencial, por postergar el levantamiento de políticas de comunicación interna y externa, que puedan regir y a la vez normar esos modos de intercambio de información.
Lo anterior no alude a la humana necesidad de socialización, al requerimiento de conexión, a la empatía e incluso al deseo natural de los seres vivos de agruparse por afinidad, intereses compartidos o sencillamente a la genuina motivación de la paridad para formar camadas y generar relaciones de amistad. Esto debe entenderse desde el conocimiento más elevado de la antropología y sociología, ciencias base para la comunicación, pero es necesario estar alerta a que la libertad y el derecho individual a relacionarse positivamente no menoscabe la etiqueta en la organización.
En los actuales escenarios resulta indispensable formar a los colaboradores para alinear sus comunicaciones hacia un propósito superior que conjugue los intereses personales con los de la organización. Demostrar que un sinfín de conversaciones cotidianas, discusiones estériles, chismes, rumores, debates inoportunos no conducentes, mi amorciteos y críticas restan valor a la organización y al colaborador. Es necesario evitar que los usos y costumbres de las relaciones laborales bajen el nivel de los intercambios a “modo de vecindad” pues el control sobre las emisiones y la formación de los colaboradores en comunicación, oratoria y vocería pueden garantizar que la comunicación se oriente a resultados, a la productividad y al mejoramiento continuo de los procesos y no a la improvisación, postergación y afectación de la imagen.
Debemos formar en las empresas embajadores de marca, crear la conciencia de asumir roles de corresponsal o vocero de la empresa para determinan la responsabilidad que implica hablar en y en nombre de la organización, porque la imagen de la marca es lo que vende y la proyectan cada uno de sus integrantes.
@marymennuto_ @altoconceptocc